Aguas Del Porvenir (y XV)

24 junio 2006


Cuando pasaron los milenios
por el Mar de los Sargazos,
todas las páginas de los Libros de la Memoria
estaban escritas, todos los telescopios
habían repasado el fulgor de las estrellas
y su rebotar en la cima del océano,
todas las fronteras eran conocidas,
las lejanías habían perdido su novedad
y el temor fué un sentimiento
que desapareció con los siglos.

Todos los habitantes de este singular mundo
habían llegado a la adultez de sus especies,
al brillo de sus capacidades,
al lucimiento de sus cualidades
en un esplendor sin igual.

Por primera vez
una circunstancia desconcertante,
y no vivida se presentaba:
el Mar de los Sargazos
no cabía dentro de sus propios límites.

El impulso de su realidad
era un ensueño plasmado en cada cosa,
en cada habitante,
que aspiraba a transmitirse,
como si la necesidad de desbordarse
fuera una forma de un imparable destino.

Una belleza tal que al lograr
su máxima expansión de nobleza
debía rebasar, necesariamente,
la grande y casi imperceptible
campana de agua que la contuvo
por el paso de las edades.

Este mundo preservado no podía ser
una pompa acuática solamente.

Su propia inmensidad era, sin duda,
un espectáculo de música,
color y conquistas inverosímiles.

Y, entonces, la fuerza de esta energía
tan total hizo que ocurrieran
las Aguas del Porvenir:
El Mar de los Sargazos
rompió sus diques y se vació el mar
sobre los otros mares,
sobre todas las costas y confines.

Los sargazos se desplazaron
hacia playas intocadas.
Las olas, con su vaporosidad y espuma,
se hicieron también habitantes,
y todos los ciudadanos del Mar
se concertaron para alcanzar el aire,
comenzando la más lúcida caminata
hacia los espacios de la tierra.



Aut.: Manuel Orestes Nieto

Un Pez Color Violeta (XIV)

22 junio 2006

Mucho tiempo atrás,
cuando en los caminos
que conducen a Sargonia
ya estaban formados los jardines
como terrazas y balcones escalonados,
nació en el Mar de los Sargazos
un pez color violeta.


Un ser único,
poseído de un don especial:
le resultaba fácil en extremo
plasmar por escrito
sus pensamientos y fantasías.
Le agradaba leer sus textos
y los regalaba a los habitantes
como lo más preciado que sabía hacer.
Su vida fue muy larga y mucho se le amó.

En el sendero del lado norte
de la ciudad hay en roca
tallada uno de sus textos,
como una especie de homenaje
o de recuerdo:

«Aquí estamos
incrustados en el asombro
y el vértigo.
Nacimos sin crujir
y nuestro horizonte
ha sido siempre la inmensidad.»



Aut.: Manuel Orestes Nieto

Los Soles Acuáticos (XIII)

19 junio 2006


Una vez cada cien años,
en el Mar de los Sargazos
hay un día privilegiado
donde lo único importante
es un baño de luz que todo lo ocupa.

El agua, alcanza una
sorprendente cristalinidad
y hasta en las profundidades
más desconocidas
el resplandor
se cuela por entre todo lo que existe.

Al pasar un siglo exacto,
desde cada uno de
los puntos cardinales
se introducen en el Mar
cuatro Soles Acuáticos,
girando sobre sí mismos
como platos fantásticos,
desplazándose en un paseo
de múltiples direcciones
y a distintos niveles de las aguas.

Algunas veces se detienen en un solo lugar,
con sus rayos luminosos,
su corpórea redondez,
su mágico centro.

Otras veces se encuentran dos soles
y pareciera que se convocaran en una danza,
saludándose en sus gravitaciones,
juntándose y distanciándose
en una perfecta armonía.

Entonces su luz se duplica
y los habitantes del Mar
sienten que toda esa insuperable
luminosidad los invade,
como un éxtasis,
como un frenesí.

Durante las veinticuatro horas
que dura este fenómeno,
los sargazos que cubren el techo del Mar
sueltan por sus raíces flotantes
una inconmensurable cantidad de oxígeno;
burbujas que en cascadas
se diseminan de arriba a abajo.

Una suerte de lluvia interior,
transparente y total,
como si el Mar se reanimara
y fuera inyectado con un alimento
para todo el siglo venidero.

Los Soles Acuáticos se van al aire.
No separados como siempre llegan,
sino juntos, y al salir
estallan millones de flores
en la superficie.



Aut.: Manuel Orestes Nieto

El Otoño Es Una Leyenda (XII)

16 junio 2006


Si este Mar no es seco como la tierra,
si no se agrieta y está hecho de helechos flotantes,
sargazos, musgos, raíces sumergidas,
si este mundo es una húmeda placenta
y el grito no existe, entonces,
¿cómo es el otoño aquí?

Si no caen las hojas

y no hay viento, entonces,
¿cómo es?

¿Cómo se siente la estación de la desnudez?

Sí hay estaciones, sí hay otoños.
Pero también hay una leyenda
que cuenta que en el Mar de los Sargazos
sólo había primaveras
hasta que ocurrió el cataclismo
y aparecieron las demás estaciones.

Pero, ¿cómo es?

El otoño llega por el lado
del Mar de los Deshielos.
Viene moviendo el agua y en la superficie
son olas consecutivas que no cesan.

Todo se hace más turbio
y la luz que se desplaza
está como quebrada esa época del año.
Digamos que es un tiempo gris
y los habitantes del Mar están menos alegres,
como en la red de una tristeza.

Las langostas se introducen
en los riscos de las piedras
y salen poco a pasear.
Las ballenas y los delfines
más bien van arriba para divertirse
y no dejarse atrapar por la falta de ánimo.
El Consejo de los Espejos
usa gran parte del otoño para reunirse
y acordar los trabajos del año que vendrá.

En Sargonia se prenden fogatas de amatistas
y es, precisamente, en la vida otoñal,
que surge con más energía la capacidad fosforescente
de la piel de los innumerables ciudadanos
en sus nataciones nocturnas,
sus suaves deslizamientos
y sus conversaciones íntimas.

Al partir, el otoño se dirige
siempre hacia el este,
y todo el Mar de los Sargazos
le aplaude a su paso.




Aut.: Manuel Orestes Nieto

Aroma De Eucaliptos (XI)

14 junio 2006


En el Mar de los Sargazos no existen las estatuas.

Nunca fué necesario para su historia
recurrir a las imágenes de mármol en las plazas,
los parques o las avenidas de la ciudad
o los poblados.

Sus heroicidades
no necesitaron de los monumentos,
las estirpes, el odio de los vencidos
o los estandartes de los triunfadores.

No es la memoria de las guerras,
el fratricidio, los despojos.
La amarga destrucción
o el inexplicable derrumbe de lo acumulado.
Jamás el enconamiento de lo gratuito.

En una forma aún no conocida,
todos los seres que conviven
en esta inmersión cilíndrica
tienen en sus mentes
el conjunto del paso de los tiempos.

Sólo les basta pensar en una época,
un hecho,
un instante,
para que lo acontecido se haga presente
en su más clara certidumbre.

Sin haber conocido a sus ancestros
son capaces de saber de cada uno
de sus días vividos, como si el presente
se conjugara con el pasado en un todo.

Tienen la capacidad de saberse incubados
y cómo fue su primer aliento al nacer.

Ciertamente no pueden conocer el porvenir;
pero también es verdad que no le temen.
El acto de morir no produce angustia.

En el Mar de los Sargazos no hay entierros:
cuando la vida cesa,
se diluye,
se mezcla en la salinidad
y se esparce en todas direcciones
con un inconfundible aroma de eucaliptos.



Aut.: Manuel Orestes Nieto

La Vida Es Una Auténtica Perla (X)

13 junio 2006


A pesar de las incontables especies,
ya sean de su flora o su fauna,
en el Mar de los Sargazos es sólo uno el idioma,
una sola la sabiduría,
un aprendizaje común
de generación en generación.

La vida es, al mismo tiempo,
una perfecta perla que escucha,
ríe, se desplaza y ama,
que la larga raíz de doscientos metros
donde queda coronada
la más grande de las flores conocidas.

Igual ciudadanía
tiene el filamento
transparente y burbujeante
con su cola de nieve,
que la más hermosa y dulce de las rayas.

Los caracoles asientan
sus casas en los abanicos
que al moverlos el agua
parecen manos infinitas que dicen adiós.

En Sargonia
todos los seres se miran a los ojos.
Y hay algo que este mundo atesora
y que en los mundos vecinos
no ha sido alcanzado:
no existen las lágrimas.

Y aunque sí el dolor,
cuando ocurre,
una fantástica capacidad colectiva
lo muele en las cumbres
de sus corazones
y desaparece
sin dejar cicatrices.



Aut.: Manuel Orestes Nieto

Costureras De La Espuma (IX)

12 junio 2006


En Sargonia,
todos los ciudadanos sienten admiración
por un pequeño grupo de rabirrubias
que dedican sus energías y sueños
a una importante tarea
de preservación del Mar:
son las costureras de la espuma.

Delicada labor de reparación del cielo náutico,
cuando las tormentas y sus desmesurados movimientos
hieren la piel del agua
y se alteran las temperaturas,
los colores y la misma densidad.

Herederas de esta tradición,
desde los tiempos en que las madreperlas
dormitaban el invierno entero,
perciben que hay una desgarradura
en el delicado velo
y allí corren con sus canastas,
agujas, hilos, sedales,y,
con extraordinaria destreza,
cortan, bordan y curan
lo que un rayo del otro cielo ha desatado.

Cirujanas de su mundo,
se apresuran a zurcir
las banderas que ondean
en las entradas de la ciudad
cuando el vaivén
las ha lastimado mínimamente.

Ayudantes alegres
se trepan a los techos de las casas
y con gran finura tapizan
las pequeñas grietas que abre el tiempo
y tensan los cordeles de las amarraduras,
sobre todo de las casas de los habitantes grandes,
donde ocurren muchos tropiezos involuntarios
al entrar y salir.

Custodias envidiables
contra lo que el azar
en su devenir puede rasgar.

En Sargonia
se las estima por esta devoción singular,
y se las ve siempre
por el lado norte de las Murallas del Agua,
a donde van a cantar
mientras acumulan
y ordenan sus utensilios de trabajo
y las esponjas les hacen coro
y los gusanos pepinos forman parejas
danzando a su alrededor.




Aut.: Manuel Orestes Nieto

Los Juegos Del Mar (VIII)

11 junio 2006

Cada cinco años, el Mar de los Sargazos
es una pompa de agitación y entusiasmo.

Poco a poco, de todos los territorios
próximos y lejanos,
llegan cientos de participantes
a las celebraciones de los Juegos del Mar:
una armónica combinación de ferias,
competencias y movimientos
colectivos e individuales.

La ciudad es decorada en su totalidad
con banderines multicolores,
serpentinas flotantes
y surtidores que reproducen el arco iris.

En los techos de las casas
se izan grandes muñecos
que cada familia construye y pinta,
de modo tal que pareciera
un lienzo a baja altura.

Los peces negros
se agrupan en una danza
simétrica y sin error;
pueden ser quinientos en un solo cardumen,
capaces de trazar un hilo
de luz centelleante
en círculos perfectos
o reproducir la ondulación serpenteada
en lo alto de las torres
como anillos de humo
en perfecta formación.

Un ritmo de agua
en la imperceptible vibración
de este océano sin daño.
Una exaltación de las almejas viejísimas
en su aplaudir brillante.
Una risa que se alarga
en el revolotear de las langostas
sobre sus balcones de piedra.
El tiempo de las arenas
como metido en una lluvia de cristales.

Los Juegos duran
—en concordancia con los años de su celebración—
cinco días, entre dos horas quintas de resplandor
que terminan con el sonar
de un tambor de algas rojizas
que hace llegar su resonancia hasta la superficie.

Los hijos del Mar de los Sargazos
vuelven a sus poblados,
con sus premios grandes y pequeños,
sus algarabías y sus hechizos,
como caravanas que han vivido lo fraterno.




Aut.: Manuel Orestes Nieto


Viajeros Con Rumbo Oeste (VII)

10 junio 2006


Una voz se esparció como una ola
de asombro por las aguas
hasta sus confines:
arriba, en dirección oeste,
tres puntos blancos se aproximaron
a las puertas del Mar y avanzaron
.

A la mejor escuadra de delfines jóvenes
le fue encomendada la tarea
de otear a los viajeros.

Los techos altos de la superficie se alinearon
en compactas bandas de musgos
y la orden de apagar las luces
de los caminos y poblados fué cumplida.

Sólo a las burbujas
les fué permitido desplazarse

por los distintos niveles de las aguas;
ante todo, por su capacidad de
reproducir el tiempo del aire
y sus sonidos.

En el reloj
de los años acuáticos
era el milenio veintidós

en su séptima centuria.

¿Hacia dónde se dirigen?
¿Quiénes son?
¿Cómo avanzan sus naves?
¿Qué significan los símbolos
que llevan en sus velámenes?


Pasaron con lentitud
por encima del Monte de las Algas
y se detuvieron.
Hicieron descender un hilo
con punta de plomo que no tocó fondo.
Luego, prosiguieron hacia
el Risco de las Langostas
y, de allí,
siempre hacia el oeste, se alejaron.

Los delfines informaron
que en lo más alto de cada nave
iba un vigía escudriñando el borde del mar.
Cada dos horas eran relevados invariablemente.

Los hombres hablaban poco,
pero en más de tres ocasiones
se les escuchó cantar en grupos.

Las naves eran de distintos tamaños
y en la mayor parecía ir su autoridad.
Cerca de seis días transcurrieron
desde su ingreso hasta que
abandonaron los límites del Mar
.

Entonces,
todo volvió a su calma
y cesó el estado de cautela.

En la reunión del Consejo, la ballena sabia vaticinó:

«Los tiempos de la tranquilidad han terminado.
Tendremos que aceptar que otro mundo
irrumpa en nuestro Mar.
Debemos reforzar nuestras murallas
y ordenar a todos los ciudadanos su defensa.
Bien lo sabíamos:
un día vendría en que a la hermosa vida
le sería opuesta la triste canción
de los depredadores.»




Aut.: Manuel Orestes Nieto

Los Lagos Sin Luz (VI)

09 junio 2006


En el Mar de los Sargazos
todo ocupó su lugar desde el principio.

En la zona de los Lagos sin Luz
no es permitida la entrada,
salvo a los custodios
de sus orillas abismales.

Allí el agua perdió su color
y hay que nadar a tientas.
El fondo no parece existir
y tampoco el horizonte.
Es una oquedad,
como una noche que nunca acaba.

Nadie sabe con certeza
cómo surgió este silencio oscuro
que a veces cruje y se retuerce,
pero no hay explicación para su dolor.
Es como un monumento inútil, sin sentido.
Una bóveda de vértigo y desmesura.

En esta mancha espesa nada crece,
nada se multiplica.
Como piedra líquida y helada.
Una desolación parecida
a una advertencia,
contraria a la alegría.
Una sima que se abre sin cesar
en un tiempo achatado por el olvido.

En sus profundidades están los restos
de una ciudad castigada
;
por ello, los habitantes de Sargonia
evitan pasar por esos lugares
y casi nunca hablan de su existencia
.



Aut: Manuel Orestes Nieto

El Oficio De La Tortuga (V)

08 junio 2006

Sólo a ella le fué dado ir
más allá
de las Murallas del Agua.

Es el único habitante de este mar
autorizado para recorrer
los océanos de las turbulencias
y los abismos de peces ciegos
y esponjas como trompetas.

Su salvoconducto
—impreso en su caparazón multicolor—
le permite desplazarse en las corrientes tibias
que parecen ríos violáceos de vidrios sucesivos.


En virtud de su longevidad,
el Consejo de los Espejos le instruyó viajar
en todas direcciones
para reconocer cada suceso o noticia,
cada entorno de ciudad descubierta,
cada nuevo bosque marino,
cada posible peligro, cada conmoción.

Diez años pasarán desde que las puertas
flotantes se abren
hasta que el pesado animal regresa.

Entonces,
toda la ciudad se enciende
y se reúne —en el Anfiteatro— para escucharle.



Aut: Manuel Orestes

La Catedral Sumergida (IV)

06 junio 2006


El Mar de los Sargazos limita
al norte con el Mar de los Deshielos;
al sur con las Antípodas;
al este con las Aguas de las Especies;
y al oeste con los Mares del Calor.

Una campana de helechos flotantes,
donde el tiempo burbujea en espiral
y las noches fosforecen
como un cielo acostado.

En el centro de esta vasta humedad
—como una Diosa—
madre de todas las distancias,
está su Catedral:
una sola pieza de cristal de roca
y, exactamente, mil ventanales.

Traslúcida e incomparable,
bordada como en aire líquido
o lavada por la llovizna glacial.

La custodia un guerrero dulce:
el Hipocampo Antiguo
—caballo y jinete insomne—,
designio para la llave
que abre y cierra
su puerta de conchanácar.

Dentro de su única nave
pervive la ondulación
de la Música Azul:
lengua de filamentos sonoros
que surge de algún lugar de su altar.

Dos veces por año,
ya sea en el punto más frío o
más cálido de las aguas,
su transparencia se vuelve
resplandor y ocurre,
en este Mar de Vaivenes Suaves,
la noche blanca:
una fiesta de luz,
un espejo de plata,
un milagro marino
alejado del odio de los hombres.

En la superficie nada parece haber ocurrido.

El Mar de los Sargazos
es el mar interior de los mares
.

Un santuario,
una quimera atada
al fondo de las arenas
por un ancla de yerbas milenarias.





Aut.:Manuel Orestes Nieto

La Más Bella Ciudad De Las Aguas (III)

05 junio 2006


La construcción de Sargonia duró mil años.

Los planos que sirvieron para edificarla
fueron modificados ocho veces
y, según las Actas de su Fundación,
debía medir por cada uno de sus lados
la misma distancia que recorre un sueño en una noche.

Cuatro son sus puertas de entrada,
una su salida
y treinta y dos sus torres.

Un millón de ciudadanos la levantaron
desde el fondo de las arenas
y, cuando estuvo terminada,
se grabó en la más alta de sus paredes
la siguiente inscripción:

«Sargonia es todo lo que fuimos,
todo lo que somos
y todo lo que seremos.»


El Río de las Aguas Eternas lo cruza
y no existe un solo lugar desde donde no se mire su cauce;
por ello, pueden contarse quinientos puentes colgantes,
con sus arcos de vidrio blanco,
como rastros de estrellas fugaces.

Todas las casas
se hicieron de acuerdo al tamaño de las especies
y fueron dispuestas de tal manera
que sus entradas miran siempre hacia el crepúsculo.

En la Cima del Monte de las Campanas, hacia el sudoeste,
se erigió la Casa de los Libros de la Memoria,
recinto celeste que guarda para siempre
los textos que cuentan la historia
del Mar de los Sargazos.

Cada año, el escribiente lee en alta voz
las páginas caligrafiadas
y es el consenso de los habitantes
quienes oficializan lo narrado
y autorizan la apertura del libro siguiente.

Sargonia no tiene, pues, olvido.
Y es, sin duda,
la más bella ciudad de las aguas.




Aut.:Manuel Orestes Nieto

El Consejo De Los Espejos (II)

04 junio 2006

El Mar de los Sargazos
no es exactamente como los países de los hombres.

Tampoco es un reino,
ni una sumergida dinastía.
No se registra, en su tiempo, un gobierno de tiranos.
Sus habitantes no han oído jamás el tambor
que precede las marchas forzadas de los invasores.
Es, en todo caso, una convivencia de múltiples seres.

Un mundo general
que no conoce el contrasentido
de destruir y destruirse.
Una llamarada intacta,
un flamear desde sus orígenes.

¿Quién dirige esta armonía?
¿Qué rige lo versátil de su transcurrir?
¿Fueron los líquenes, el ala,
la flor de aire o los mamíferos marinos
quienes dibujaron sus límites?

¿Cómo se construyeron los canales acuosos y sus cascadas,
los oblícuos graneros y los reservorios de musgos?

¿Qué imprimió la velocidad del pez
y los imperceptibles movimientos del caracol?

¿Cómo puede volar aquí una lechuza,
como si el agua se transformara, a su paso,
en una luz surcada en la ilusión de lo alcanzable?

En un instante de su historia,
como si el planeta se hubiese reacomodado,
un hundimiento devastó
lo que hasta entonces se había construido
y todo sufrió la sacudida.

En el Libro de los Ingratos Días
está escrito este cataclismo de miedo y desconcierto.

Es a partir de aquella desolación
que todos los habitantes del Mar
acordaron fundar el Consejo de los Espejos:
una delegación de autoridad a cien ciudadanos
para reordenar el caos y armonizar las turbulencias.
De los cien, se elegía a uno por año para presidirlo.
Pero no era un poder en la cúspide,
sino un desprendimiento, una noble tarea,
un recorrer, un servir a las demás vidas.

El Consejo de los Espejos
dirigió la construcción de Sargonia:
su destellante capital.



Aut.:Manuel Orestes Nieto

Un Mar Dentro De Un Mar (I)

03 junio 2006


Créeme: hay un mar dentro del mar.

Una planicie del pastor y la hierba,
del ave y la semilla.
Un horizonte vegetal de esmeraldas y cristales,
flotando en un plato de porcelana y sol.
Una ilusión de magnolias y lirios
en aromas de albahaca y canela.
Un centelleo de robles y pinos,
como cuando el viento vuelve de sus auroras boreales.
Una copa de agua sin fondo,
donde los árboles están enraizados en la transparencia
y sus frutos son de una luz azul.
Una gaviota insumergible caminando a su nido,
eternamente esculpido en hielo verde.
Una cumbre cortada como un embalse
en un volcán.

Créeme: el Mar de los Sargazos existe.

Donde el pez y la rosa
nacen de la misma explosión de la vida;
donde el ala de la mariposa y el girasol,
al surcar el aire,
fundan el rito del silencio de la esponja;
donde la rosa de los vientos
tiene su epicentro de espuma y nube.
Un mediodía de humo y savia
en el corazón de un caracol milenario.
Un esplendor en la proa de un buque insignia.
Un lunar de especies inigualables
esparcidas en las sienes de los hombres,
de sus pirámides y sus geometrías,
de su números arábigos y sus secretos cuneiformes,
de su miedo a morir a solas
y su certidumbre de poder navegar los años
cada vez que una estrella se alínea al milenio de sus destellos.

Créeme: el Mar de los Sargazos fue el inicio del mar.

No lo olvides.
Recuérdalo para siempre.
Un estanque de lirios y tortugas.
Una fortificación de perlas trituradas.
Un mar sin violencia dentro de los mares.
Un sonido a mar en un mar de sonidos.
Una ola dentro de un bosque.
Un pez de alas blancas.
Un caballo de escamas plateadas.
Un monumento, un frenesí, un sueño, un adiós,
una bienvenida, unos ojos, un tiempo,
como el mar mismo y su vocación de permanecer allí,
en su propio fondo y sin orillas.




Aut.:Manuel Orestes Nieto

Mar De Los Sargazos

Sed bienvenid@s, a este Mar De Los Sargazos, en el que primará, la investigación sobre la vida misma.

El Mar de los Sargazos está situado junto a las Bermudas, entre Florida y las Islas Azores, en la zona sudoccidental del Atlántico y pertenece, en parte, al denominado Triángulo de las Bermudas.

El derecho a soñar un mundo distinto, donde la utopía de los habitantes de El Mar de los Sargazos pueda irrumpir en cada costa y tomar posesión de "todos los espacios de la tierra".

De momento es la entrada para reivindicar el "Derecho a Soñar" de todos los seres humanos, unas veces sueños buenos, otras auténticas pesadillas, pero sueños a final de cuentas.

En este Mar, que debe su nombre a los conquistadores portugueses, y a un alga, hace que sea posible, que las fronteras no existan, y que todos podemos llegar a buen puerto.

Este Mar tiene un Libro de un escritor panameño, Manuel Orestes Nieto, y como diría, Erasto Espino Barahona, Magister en Literatura Hispanoamericana por el estudio de la obra "El Mar De Los Sargazos", es la descripción de este Cuaderno de Bitácoras, "reivindica los grandes ideales, el derecho a soñar un mundo distinto, donde la utopía de los habitantes de El Mar de los Sargazos pueda irrumpir en cada costa y tomar posesión de "todos los espacios de la tierra"




¡¡Bienvenidos a todos y todas!!.