La construcción de Sargonia duró mil años.
Los planos que sirvieron para edificarla
fueron modificados ocho veces
y, según las Actas de su Fundación,
debía medir por cada uno de sus lados
la misma distancia que recorre un sueño en una noche.
Cuatro son sus puertas de entrada,
una su salida
y treinta y dos sus torres.
Un millón de ciudadanos la levantaron
desde el fondo de las arenas
y, cuando estuvo terminada,
se grabó en la más alta de sus paredes
la siguiente inscripción:
«Sargonia es todo lo que fuimos,
todo lo que somos
y todo lo que seremos.»
El Río de las Aguas Eternas lo cruza
y no existe un solo lugar desde donde no se mire su cauce;
por ello, pueden contarse quinientos puentes colgantes,
con sus arcos de vidrio blanco,
como rastros de estrellas fugaces.
Todas las casas
se hicieron de acuerdo al tamaño de las especies
y fueron dispuestas de tal manera
que sus entradas miran siempre hacia el crepúsculo.
En la Cima del Monte de las Campanas, hacia el sudoeste,
se erigió la Casa de los Libros de la Memoria,
recinto celeste que guarda para siempre
los textos que cuentan la historia
del Mar de los Sargazos.
Cada año, el escribiente lee en alta voz
las páginas caligrafiadas
y es el consenso de los habitantes
quienes oficializan lo narrado
y autorizan la apertura del libro siguiente.
Sargonia no tiene, pues, olvido.
Y es, sin duda,
la más bella ciudad de las aguas.
Los planos que sirvieron para edificarla
fueron modificados ocho veces
y, según las Actas de su Fundación,
debía medir por cada uno de sus lados
la misma distancia que recorre un sueño en una noche.
Cuatro son sus puertas de entrada,
una su salida
y treinta y dos sus torres.
Un millón de ciudadanos la levantaron
desde el fondo de las arenas
y, cuando estuvo terminada,
se grabó en la más alta de sus paredes
la siguiente inscripción:
«Sargonia es todo lo que fuimos,
todo lo que somos
y todo lo que seremos.»
El Río de las Aguas Eternas lo cruza
y no existe un solo lugar desde donde no se mire su cauce;
por ello, pueden contarse quinientos puentes colgantes,
con sus arcos de vidrio blanco,
como rastros de estrellas fugaces.
Todas las casas
se hicieron de acuerdo al tamaño de las especies
y fueron dispuestas de tal manera
que sus entradas miran siempre hacia el crepúsculo.
En la Cima del Monte de las Campanas, hacia el sudoeste,
se erigió la Casa de los Libros de la Memoria,
recinto celeste que guarda para siempre
los textos que cuentan la historia
del Mar de los Sargazos.
Cada año, el escribiente lee en alta voz
las páginas caligrafiadas
y es el consenso de los habitantes
quienes oficializan lo narrado
y autorizan la apertura del libro siguiente.
Sargonia no tiene, pues, olvido.
Y es, sin duda,
la más bella ciudad de las aguas.
Aut.:Manuel Orestes Nieto
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