En Sargonia,
todos los ciudadanos sienten admiración
por un pequeño grupo de rabirrubias
que dedican sus energías y sueños
a una importante tarea
de preservación del Mar:
son las costureras de la espuma.
Delicada labor de reparación del cielo náutico,
cuando las tormentas y sus desmesurados movimientos
hieren la piel del agua
y se alteran las temperaturas,
los colores y la misma densidad.
Herederas de esta tradición,
desde los tiempos en que las madreperlas
dormitaban el invierno entero,
perciben que hay una desgarradura
en el delicado velo
y allí corren con sus canastas,
agujas, hilos, sedales,y,
con extraordinaria destreza,
cortan, bordan y curan
lo que un rayo del otro cielo ha desatado.
Cirujanas de su mundo,
se apresuran a zurcir
las banderas que ondean
en las entradas de la ciudad
cuando el vaivén
las ha lastimado mínimamente.
Ayudantes alegres
se trepan a los techos de las casas
y con gran finura tapizan
las pequeñas grietas que abre el tiempo
y tensan los cordeles de las amarraduras,
sobre todo de las casas de los habitantes grandes,
donde ocurren muchos tropiezos involuntarios
al entrar y salir.
Custodias envidiables
contra lo que el azar
en su devenir puede rasgar.
En Sargonia
se las estima por esta devoción singular,
y se las ve siempre
por el lado norte de las Murallas del Agua,
a donde van a cantar
mientras acumulan
y ordenan sus utensilios de trabajo
y las esponjas les hacen coro
y los gusanos pepinos forman parejas
danzando a su alrededor.
todos los ciudadanos sienten admiración
por un pequeño grupo de rabirrubias
que dedican sus energías y sueños
a una importante tarea
de preservación del Mar:
son las costureras de la espuma.
Delicada labor de reparación del cielo náutico,
cuando las tormentas y sus desmesurados movimientos
hieren la piel del agua
y se alteran las temperaturas,
los colores y la misma densidad.
Herederas de esta tradición,
desde los tiempos en que las madreperlas
dormitaban el invierno entero,
perciben que hay una desgarradura
en el delicado velo
y allí corren con sus canastas,
agujas, hilos, sedales,y,
con extraordinaria destreza,
cortan, bordan y curan
lo que un rayo del otro cielo ha desatado.
Cirujanas de su mundo,
se apresuran a zurcir
las banderas que ondean
en las entradas de la ciudad
cuando el vaivén
las ha lastimado mínimamente.
Ayudantes alegres
se trepan a los techos de las casas
y con gran finura tapizan
las pequeñas grietas que abre el tiempo
y tensan los cordeles de las amarraduras,
sobre todo de las casas de los habitantes grandes,
donde ocurren muchos tropiezos involuntarios
al entrar y salir.
Custodias envidiables
contra lo que el azar
en su devenir puede rasgar.
En Sargonia
se las estima por esta devoción singular,
y se las ve siempre
por el lado norte de las Murallas del Agua,
a donde van a cantar
mientras acumulan
y ordenan sus utensilios de trabajo
y las esponjas les hacen coro
y los gusanos pepinos forman parejas
danzando a su alrededor.
Aut.: Manuel Orestes Nieto
1 Olas Arribaron:
¿Dónde estará la mañana de ámbar
y su luz que, al partir,
no esperó por mí.........?
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