El Otoño Es Una Leyenda (XII)

16 junio 2006


Si este Mar no es seco como la tierra,
si no se agrieta y está hecho de helechos flotantes,
sargazos, musgos, raíces sumergidas,
si este mundo es una húmeda placenta
y el grito no existe, entonces,
¿cómo es el otoño aquí?

Si no caen las hojas

y no hay viento, entonces,
¿cómo es?

¿Cómo se siente la estación de la desnudez?

Sí hay estaciones, sí hay otoños.
Pero también hay una leyenda
que cuenta que en el Mar de los Sargazos
sólo había primaveras
hasta que ocurrió el cataclismo
y aparecieron las demás estaciones.

Pero, ¿cómo es?

El otoño llega por el lado
del Mar de los Deshielos.
Viene moviendo el agua y en la superficie
son olas consecutivas que no cesan.

Todo se hace más turbio
y la luz que se desplaza
está como quebrada esa época del año.
Digamos que es un tiempo gris
y los habitantes del Mar están menos alegres,
como en la red de una tristeza.

Las langostas se introducen
en los riscos de las piedras
y salen poco a pasear.
Las ballenas y los delfines
más bien van arriba para divertirse
y no dejarse atrapar por la falta de ánimo.
El Consejo de los Espejos
usa gran parte del otoño para reunirse
y acordar los trabajos del año que vendrá.

En Sargonia se prenden fogatas de amatistas
y es, precisamente, en la vida otoñal,
que surge con más energía la capacidad fosforescente
de la piel de los innumerables ciudadanos
en sus nataciones nocturnas,
sus suaves deslizamientos
y sus conversaciones íntimas.

Al partir, el otoño se dirige
siempre hacia el este,
y todo el Mar de los Sargazos
le aplaude a su paso.




Aut.: Manuel Orestes Nieto

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